10.3.09
Ya comenzó la última rueda del Carnaval más hermoso del mundo, el de Montevideo. Las dos primeras etapas se desarrollaron normalmente, a pesar de que el clima nunca este a favor del Carnaval. Les dejo mi candidata para murgas: "La Cofradía".
Se que a muchos no les gustó, pero a mi me encantó. La presentación es exclente, al igual que la retirada. Se nota la mano del ministro García (ministro de economía que escribe letras de murga, para los que no saben) El cuplé del Plan Ceibal es muy bueno y muestra un poco lo que puede pasar cuando un avance como este no se controla. La única parte que no me gustó fue el cuplé de Mabel Lolo, pero igualmente está bien logrado. Luego repuntan con el cuplé de las mujeres/novias/madres, incluido el final con el tema de la belleza. Y la canción final es excelente.
En lo coral no hay dudas, es de las mejores murgas que pisaron el Ramón Collazo. Puede tener el problema en los textos, pero para mi tiene que quedar entre las primeras cinco. Además es de Sayago, y eso ya dice mucho.
Les paso el audio de la primera rueda. Es malo, pero es lo que hay. Ah!! y el blog del que me estoy bajando los videos de este carnaval.
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La murga del fin del mundo
Tal vez las dos cosas que se recuerden más del Carnaval 2009 -aun más que el brillante cuplé de las preguntas cancioneras de La Gran 7 o el gigantesco porro budista de Los Curtidores de Hongos- sean las dos vergüenzas más grandes relacionadas al concurso oficial de las que se tengan noticia: el pasaje a la liguilla de Araca la Cana luego de su alevoso plagio y la no clasificación del espectáculo Doble discurso de La Mojigata. Hasta los periodistas carnavaleros más tímidos, aquéllos para quienes hasta un apriete es parte del espíritu de Momo, se quedaron confundidos ante una decisión que parecía propia de Gustavo Méndez ya que, aun reconociendo que tal vez Doble discurso no fuera un espectáculo tan redondo como el del año pasado, Una especie en extinción -que los colocó insólitamente (para La Mojigata) entre los seis primeros puestos del 2007- era evidentemente uno de los mejores textos del año, si no el mejor (lo cual se puede verificar consultando la página oficial de la murga), y la puesta en escena, sin ser de un despliegue gigantesco, era creativa y no pasaba vergüenza.
Si VTV y los dueños del carnaval se hubieran dignado a transmitir la presentación de La Mojigata en el Teatro de Verano sería innecesario tener que recordarlo, pero al parecer los versos que en Una especie en extinción se preguntaban si el ser televisados por el grupo Casal era parte de lo que es “ser una murga” tuvieron su efecto. Con respecto a la eliminación puntual de este año -según lo que se ha filtrado- se han argumentado motivos referidos a las voces, rubro a través del cual se explican los fallos inexplicables, pero en el fondo el motivo es el de siempre: La Mojigata es un bicho raro, una oveja negra, un golpe a destiempo, y en el cada vez más estratificado, jerarquizado, conservador, profesionalizado y en definitiva inocuo (aunque siempre popular) carnaval local, eso no puede ser bienvenido por parte de este o cualquier statu quo exitoso y corporativizado a la uruguaya.
¿Qué es lo que distingue a La Mojigata no sólo de las murgas de la Unión o las murgas compañeras sino también de las otras surgidas de los concursos Murga Joven o incluso de pioneras en la disidencia y la innovación como La Gran 7 o la recordada BCG? Bueno, en primer lugar el carácter casi invariablemente metamurguístico de sus textos e ideas conceptuales. Si la autorreferencialidad es una característica propia de todas las murgas, en La Mojigata esa característica pasa de la autoexaltación a la perpetua crisis existencial, a la pregunta de qué es una murga, qué significa ser un murguero y qué es el carnaval en Uruguay.
Estas preguntas, siempre presentes en el repertorio de la murga, son expuestas con un humor ocasionalmente negro pero de gran efectividad, y con un grado de autoanálisis de rara profundidad no sólo para una formación carnavalera sino para cualquier proyecto de música popular en general. Esta voluntad de autodistanciarse hasta de sí misma ha hecho que para muchos sea más difícil empatizar con la murga, ya que las apelaciones al mínimo común emocional -tan generales en carnaval- están casi ausentes en su material, y cuando buscan servir de espejo de la audiencia, rara vez la imagen reflejada es ideal o consoladora. Es decir, para los que van al tablado como quien va a un McDonald’s, esperando encontrar el mismo sabor y los mismos componentes con apenas alguna diferencia en el contenido de la Cajita Feliz, La Mojigata es una murga incómoda, difícil, amarga, cool (en el sentido más despectivo en que se puede utilizar el término anglo).
En realidad no es ninguna de estas cuatro cosas, pero los códigos que propone exigen un pacto distinto con el espectador.
De alguna forma le exigen participación en un carnaval que se caracteriza por tratar de mantener a su público lo más lejos posible de la fiesta, que está en manos de profesionales.
De alguna forma La Mojigata no es sólo una murga de culto -el entusiasmo y fidelidad de sus seguidores es tan notorio como radicalmente distinto de los que siguen a otras murgas con el acriticismo con el que se sigue a un cuadro de fútbol- sino algo así como un equivalente murguero del punk. No tanto por tener un espíritu agresivo (aunque su espectáculo del 2006, Nada que ver pero rimó, era notoriamente chocante desde su inaugural “bienvenido, cáncer de pulmón”), sino por su propuesta de vuelta a lo básico en lo formal -musicalmente son una murga estrictamente convencional, más allá de lo bien integradas que tenga a las voces femeninas (uno de los pocos casos en los que no da la impresión de haberlas incluido como medida políticamente correcta)sumada a un gran cuestionamiento en lo discursivo.
Es decir, un símil murguero de aquel “la música está enferma/ nosotros también/ para recuperarla hay que volverla a romper” que cantaban Los Estómagos en 1985.
Es así que tal vez lo que haya molestado del Doble discurso de La Mojigata 2009 haya sido la sospecha de que estos treintañeros, entre los que hay numerosos universitarios y gente que, obviamente, domina bien las letras, no sólo se están refiriendo jocosamente a su propio doble discurso de murgueros sobreeducados de clase media, sino también a la totalidad de un carnaval que se presenta como una fiesta colectiva pero que divide estrictamente entre participantes y espectadores; un carnaval que en lugar de ser la fiesta del cuerpo de sus orígenes paganos sólo incorpora lo sensual como motivo de burla; unas murgas contestatarias que actúan haciéndoles amables guiñadas a las autoridades de turno y apelando a la unidad electoral del partido de gobierno; unas miradas implacables sobre la actualidad que -misteriosamente- pasan por alto los numerosos escándalos relacionados con Tenfield durante el año pasado; unas apelaciones a la solidaridad que ni siquiera son capaces de protestar colectivamente cuando una formación de colegas -como los Curtidores de Hongos el año pasado- son groseramente censurados a causa de unas bromas más bien suaves sobre los dueños de la transmisión; una temporada en la que casi cada formación carnavalera incluyó un chiste sobre la ministra Tourné pero ninguna recordó al Vela Yern (y los que lo intentaron cambiaron inesperadamente de opinión); un Teatro de Verano que ya es mejor negocio que el Estadio Centenario, y que se permite discriminar en cuanto a acreditaciones de prensa a medios al parecer irrelevantes como la diaria; una fiesta efímera de liberación puntual de la rutina anual que se ha convertido en un espectáculo semipermanente con murgas de gira eterna por el mundo; un carnaval con un Momo gordo, burocratizado, que decide quién puede cantar y quién no, y que establece un conjunto de regulaciones dignas del protocolo del rey Juan Carlos, con la paradoja agregada de estar estratificadas alrededor de lo que debería ser un espacio libre de regulaciones. Ese raro, tal vez inevitable, doble discurso implícito en la camisa y corbata con las que La Mojigata decidió presentar a sus murgueros este año y que, al parecer, ni siquiera les mereció un lugar entre los 14 mejores.
Antes, el apocalipsis Es ante este panorama que vale la pena repasar el CD/DVD del espectáculo 2008 de La Mojigata, grabado en el Teatro Stella a mediados del año pasado y editado a fines del mismo. Una especie en extinción terminó siendo, como mencionábamos antes, el espectáculo más exitoso de La Mojigata -al menos en términos de concurso-, y los motivos son bastante evidentes. Se trata de un espectáculo particularmente festivo y articulado alrededor de dos o tres ideas brillantes, particularmente la de utilizar el formato de los cánticos de hinchada dentro de la murga -en un tiempo en que la futbolización del carnaval es bastante notorio, y no sólo por VTV-, y a una actuación descollante de Pablo Aguirrezábal interpretando a una suerte de Jaime Roos conseguido apenas con un cordón enrollado debajo de la nariz como bigote. Por supuesto la preocupación de identidad de la murga está en primer plano desde la presentación, aunque es ligeramente difusa a causa de uno de los rasgos más distintivos de La Mojigata que a veces le juega en contra: los hipertrabajados textos de la murga prácticamente incluyen una reflexión, un chiste verbal y un ejemplo contradictorio en cada verso, haciéndolos de una densidad que se pierde a primera escucha, y que en ocasiones oculta los centros medulares de los cuplés. Particularmente al escuchar las presentaciones y retiradas de La Mojigata uno piensa en la teoría de los touchstones de Matthew Arnold, quien sostenía que en los poemas largos -y los textos de La Mojigata pueden considerarse como textos líricosson necesarios los pasajes de menor intensidad y algo prosaicos para resaltar -como si fuera un claroscuro verbal- los momentos de mayor intensidad. Pero en Una especie en extinción esto no llega a hacer colapsar el fluir de los cuplés que se apoyan indistintamente en melodías futboleras, murgas institucionalizadas como canciones y motivos musicales de programas ya desaparecidos.
Grabado lejos del Ramón Collazo y de febrero, el desempeño de los murguistas es perfecto en timing y la edición de cámaras de Pablo Abdala va mucho más allá de la cámara frontal fija a la que las transmisiones televisivas nos tienen acostumbrados. El DVD contiene además una serie de extras nada irrelevantes, incluyendo un sketch preparado especialmente para las presentaciones teatrales y un largo adelanto de un documental que parece impactante, además de dos chistes brillantes e irónicos que no vamos a ser tan aguafiestas de adelantar.
El CD y DVD de Una especie en extinción depende tan poco de la actualidad estricta del 2007 que puede ser disfrutado en forma atemporal, más allá de que documente el momento en que La Mojigata pareció aproximarse más a la dudosa legitimación oficial de un concurso que, de cualquier forma, los relegó a un 6º puesto, y que ya va siendo hora de que sea ignorado por pacato, embolado y complaciente hasta lo desagradable. Vale la pena recordar que el año en que La Mojigata se declaraba una especie en extinción, el primer premio fue para una murga de coetáneos que, también surgidos de Murga Joven, decidieron vestirse de viejos para fagocitar la emoción fácil que había obtenido La Matinée ante el Uruguay de la Nostalgia.
Mientras tanto, La Mojigata terminaba con dudas de extinción pero bailando en la calle, como documenta el DVD y como debe ser. Como si fuera carnaval.
Gonzalo Curbelo / La Diaria
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