Ayer lei una nota que me llamó la atención. El ex dirigente frenteamplista Helios Sarthou, que renunció al partido hace un año, aseguró que va a ser candidato al Senado para poder eliminar ese cuerpo legislativo. ¿Como es eso? Paso a explicarles.

Resulta que Sarthou, que participó en la fundación del Frente Amplio en 1971, va a encabezar la lista al Senado de Asamblea Popular, una fuerza que se podría decir que "corre por izquierda" al partido de Gobierno. En su carta de renuncia del año pasado, dijo: "Sentimos que se ha producido una mutación del FA hacia el progresismo, figura lavada de un pensamiento político vago e impreciso, cambiando aspectos vitales del pensamiento político".

Ahora, en una columna que escribió en Montevideo COMM y fue levantada por el portal 180, Sarthou dijo que "el senado tiene una vieja historia, como organismo de cuño aristocrático u oligárquico, que obligaba a pasar a las iniciativas resueltas por los diputados del pueblo a través del control o tamiz del senado en el cual se operan las maniobras de incidencia de los intereses creados".

También acusó a ese cuerpo deliberativo de no representar a los ciudadanos, y aseguró que una de sus propuestas en caso de asumir será proponer la supresión del senado. Según Sarthou, en lugar de dos cámaras en el Parlamento, debe instalarse una "Asamblea general de Representantes del Pueblo como Poder Legislativo".

Todo esto me hizo acordar a un suceso de la historia argentina que tuve que estudiar para una Olimpíada de Historia en la que participé en el último año de secundario. En 1938, Roberto Marcelino Ortíz asumió como Presidente de la Nación. En medio de la década infame, plagada de casos de corrupción y fraude, fue el candidato de Agustín P. Justo para sucederlo en el cargo.

Pero llegó con una intención que nadie esperaba. Cuenta Robert Potash, en su libro El Ejercito y la Política en la Argentina, que "Ortíz deseaba imitar a un predecesor lejano, Roque Senz peña, que había usado la autoridad derivada de una elección fraudulenta para garantizar la honestidad de las elecciones futuras". De esta manera, "Ortíz se proponía acabar con la lamentable parodia de los procesos democráticos que había caracterizado a la política argentina durante los últimos años".

Una frase, que quedó en el imaginario popular, llegó a mi gracias a mi abuelo, que se la contaba a mi vieja. "Subo por el fraude para terminar con el fraude", habría sido alguna vez la expresión del propio Ortíz, que no logró llevar adelante este proceso por la oposición de amplios sectores, y por la diabetes que lo alejó del poder y finalmente lo arrastró a la muerte.

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