Yo tenía once años cuando se fue el Gordo. No lo había leído, ni siquiera en Página/12. Mi encuentro con él sucedió unos años después. Tendría 14 o 15 años y me prestaron Artistas, locos y criminales. A partir de ahí busqué por todos lados más letras escritas por ese autor y aún hoy leo todo lo hecho por él o lo que escriben sus amigos y sus detractores.

Los domingos no compro Página/12, apenas lo leo en la web. Pero el suplemento Radar me obligó a comprar el diario. Eran las 4 de la tarde y en Haedo o Ramos Mejía todo está muerto. Lo conseguí de casualidad con un kioskero que estaba a punto de irse a tomar el mate con los bizcochitos.

Los diarios porteños se ocuparon de recordarlo en esta fecha tan especial. El suplemento de Cultura de Perfíl publicó el domingo pasado dos notas. Una general y otra escrita por Jorge Lanata, "jefe" de Soriano en los inicios de Página/12 y amigo.
Clarín hizo una nota en Conexiones (no se si salió en la edición impresa) y otra en la sección Sociedad de hoy.

Se hará un acto a las 11 en el Cementerio de la Chacarita. Habrá muchos amigos. Vendrán desde Francia su viuda Catherine y su hijo Manuel, que ahora debe tener 16 años. Telerman inaugurará una plazoleta como homenaje.

Estos años demostraron que Soriano sigue vigente. La batalla de San Vicente parecía una copia burda de No habrá más penas ni olvido. Esta novela transcurre en Colonia Vela, un pequeño pueblito cercano a Tandíl. Allí la derecha del peronismo intenta echar al delegado del pueblo por marxista. La frase de Mateo, ayudante del funcionario municipal, cuando se entera de la maniobra es impagable: "Si nunca me metí en política. Siempre fui Peronista".

En el ambiente elitista de los escritores jamás le perdonaron que haya sido tan popular. Y popular no quiere decir malo, sino que tenía una conexión con el lector que pocos pudieron igualar. Cuando uno lee un libro de él parece que te lo estuviera contando a tu lado. El siempre pensó en el que lo leía. Sus temas preferidos eran: El Gordo y el Flaco (los humoristas Oliver Hardy y Stan Laurel respectivamente), el peronismo, la relación padre-hijo y el fútbol. Su amor por San Lorenzo lo hacía llamar cada domingo a la redacción de algún diario para preguntar como había terminado el Ciclón.
Casi me olvido un detalle: tampoco le perdonaban que no haya terminado la secundaria.

Sus libros se tradujeron a 15 idiomas. Sus novelas durante el exilio fueron un éxito en Bélgica, Francia e Italia. Tres de sus libros fueron llevados al cine mientras el estaba vivo. Incluso realizó el guión de Una sombra ya pronto serás junto a Héctor Olivera.

Su estilo de vida de los últimos años es algo que envidio. Se despertaba a las 5 de la tarde y escribía toda la noche. A las 8 después de llevar a Manuel al jardín se tiraba a dormir. Decía que le encantaba darse cuenta que mientras él soñaba el resto de la gente tenía que cumplir obligaciones. Las llamadas que realizaba a las 3 o 4 am a sus amigos son recordadas por muchos.

Como era fanático de los cuervos, también lo era del tabaco. Fumó siempre. Cuando le detectaron el cancer de pulmón decidió dejarlo. No le sirvió de mucho. Esa batalla no la pudo ganar.

El Gordo Soriano quedará en el recuerdo de sus lectores y seguirá siendo ese escritor que nos mostró su vida. Que nos hizo pasar a sus recuerdos de Río Negro. Que nos contó sobre su padre antiperonista y que explicó porque a los 13 años dejó de ser partidario del General y se hizo de izquierda.

Soriano estará en sus libros esperando a que lo lean. Les dejo un consejo que el Gordo le dió a un amigo cuando le prestó un libro: "¿Todavía no leíste nada de este autor? Que suerte que tenés de descubrirlo..."

Link: El adiós a Osvaldo Soriano

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